El pensamiento religioso azteca derivaba en gran medida de las tradiciones culturales que encontraron a su llegada a México, que estos mezclaron con sus propios mitos y ritos tribales. Creían en una divinidad suprema de los que descendían dioses creadores del universo. Es en este punto cuando se habla de Cosmología azteca.
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¿De qué se trataba la Cosmología azteca?
Son politeístas, y como se dijo en un principio, adoraban divinidades de carácter dual, Metéotl, por ejemplo, padre y madre de los dioses, del que descendían los cuatro Tezcatlipocas, cada uno de ellos creador del Universo y de las cosas. Estos cuatro mundos primigenios fueron destruidos uno detrás del otro por la envidia de los otros tres dioses.
Finalmente los cuatro Tezcatlipocas se reunieron en Teotihuacán para poner fin a sus discordias y crean un quinto universo. Para ello dividieron el cuerpo de la diosa de la Tierra, configurando la superficie terrestre y la bóveda celeste. Después tuvieron que autoinmolarse en el fuego para crear el Sol y la Luna y el movimiento del universo.
Con este sacrificio nació el quinto mundo, el de Tonatiuh, que significa el sol tiene movimiento, el de los hombres actuales. Precisamente estos son los encargados de asegurar la supervivencia, suministrando a los dioses, especialmente a Huitzilopochtli, deidad nacional azteca y trasunto de los Tezcatlipocas, el Chalchihuatl, es decir, el agua preciosa de los sacrificios que quiere decir la sangre y los despojos humanos.
En otro aspecto, pero muy relacionado con la religión e inclusive con algo de la Cosmología azteca, el calendario servía como fundamento de una elaborad aserie de rituales y ceremonias llevados a cabo por los sacerdotes. Dicho calendario, común a otros pueblos mesoamericanos, contemplaba un año solar de 365 días y un ciclo ritual de 260.
Como el calendario maya, del cual procedía, el ciclo ritual estaba dividido en trece períodos de 20 días, y el solar en 18 meses de veinte días, más otros cinco sueltos, llamados nemonteni y considerados infaustos. El ciclo ritual y el solar concordaban cada 52 años, lo que era celebrado con grandes ceremonias que incluían sacrificios humanos.
Otro de los mitos señala que los aztecas abandonaron la isla de Aztlan, y en la caverna del cerro de Cuhuacan, el dios los predestinó a convertirse en el imperio del sol, pero antes debían encontrar una señal divina, un águila devorando una serpiente.
El grupo de cazadores peregrinó por más de dos siglos y en el año 1325 vieron la señal, y en ese lugar fundaron la capital de su imperio, una inmensa ciudad que albergó a más de 200 mil habitantes con una superficie de 15 km cuadrados que fue construida sobre las aguas del lago Texcoco.
En Teotihuacán nació el sol
Sin embargo, nadie sabe con certeza de donde provienen los aztecas. Por lo que por muchos años se han dedicado algunos investigadores a una búsqueda implacable para dar con el lugar de esta isla legendaria y con la misteriosa caverna. La ciudad de los dioses, Teotihuacán fue el más sagrado del valle de México y los aztecas creían que era el sitio exacto donde había nacido el sol.
Explican los estudiosos que los aztecas eran una sociedad conformada en sus inicios por la integración de grupo étnicos, organizados que construían sus templos y lugares como una réplica de cómo concebían el universo.
Las montañas marcaban un hito en la Cosmología azteca
El caso urbano de Teotihuacán tiene una alineación exacta con la pirámide del sol y de la luna orientados a 15 ° y 18 minutos al este del norte, con el propósito de representar las montañas simbólicamente porque es un elemento sagrado. Marcaban el momento de la creación original, según sus leyendas en la Cosmología azteca.
Esto quiere decir que todas las pirámides las diseñaban para que fueran montañas sagradas, en donde se comunicaban con sus dioses y astros. El mito señala que estando dentro de una caverna, el dios los predestinó a alcanzar la gloria.
En 1971 al pie de la pirámide del sol se localizó la entrada a un milenario túnel, con cien metros de longitud, que terminan en una cueva de cuarto cámaras.
Símbolo de la creación original
Al sur de esta ciudad se encuentra otro vínculo entre aztecas y teotihuacanos, el templo de la serpiente emplumada, que era un dios cuyo culto de remonta a 3000 años en el tiempo. No nace en teotihuacán pero es en ese lugar donde se consolida y se expande a mesoamerica.
El dios conjugaba las fuerzas del cielo en su plumaje y el poder de la tierra en su cuerpo de serpiente. Su templo se encuentra al extremo de una plaza rectangular hundida medio metro en el suelo conocido como la ciudadela. Fue construida para que en épocas de lluvia, la plaza se inundara, y el templo se transformara en el símbolo de la creación original; la isla que emerge del mar primigenio.